«grande: y pusieron le a·la boca del monumento. E acabando ende con·la triste madre las exequias llorosas, llenas de excessiuos dolores y lamentaciones: defendiendo les la noche mas luenga morada, sosteniendo la gloriosa virgen: la qual ninguna virtud tenia para sostener se: boluieron con·ella a Jherusalem: donde los homicidas y sacrilegos sacerdotes, recelando mucho su confusion: llegaron delante Pilato y dixieron. Señor, recuerda nos que aquel engañador que»