«que no quedaua lugar a sus ruegos: con entrañables y dulces señales de amores, abraçaua y besaua su hijo carissimo llorando y diziendo, aquello que en sus trabajos dezia el bienauenturado Job a sus amigos. Apiadad vos, y haued merced de mi, siquiere vosotros amigos mios, pues la mano del señor me ha tocado. Entonces el glorioso Johan con·los sanctos varones, vngiendo el cuerpo reuerendissimo con odores aromaticos y muy»