«los ladrones, te plugo que el otro reuerendissimamente te confessasse por su dios y señor: suplico te por la inmensa gloria de tu nombre sancto y bendito: que tollerando con pasciencia los denuestos de·los detractores malignos, merezca oyr de ti con aquel ladron muy reuerendo, las dulçes palabras que le dixiste, hodie mecum eris in paradiso: pues con·el padre etcetera.§ El octauo menosprecio, que recibio en·la cruz nuestro redemptor y maestro, fue»