«gracia de redempcion tan copiosa: plugo a su diuina bondad, que la pendola con que se deuia escriuir atrauessasse aquella mano preciosa y diuina. A cuyo enxemplo deuemos nosotros, o escogidos hermanos retraher todas nuestras tribulaciones, temptaciones, dolencias y culpas, y todos nuestros males y penas, a·la llaga dulcissima de aquesta primera mano: con·la qual el hijo de Dios captiuo nuestra muerte: y con ella todas nuestras miserias: como»