«a mi mesmo señor, el qual tu siempre conosciste y amaste, y apreciaste por tu fijo vnigenito: porque se reparen las sillas de tu glorioso reyno celeste: y no possea el infierno espantoso, tan rico despojo. Y boluiendo los ojos a·la cruz sacratissima, como esposa muy querida y muy estimada: la abraço. Y prostrando su cuerpo precioso, muy presto y ganoso, estendio en·ella sus manos y pies. Entonces los»