«que con deuocion de oyr su sancta doctrina con muchas mujeres deuotas, que le hauian seguido de Galilea y de Jerusalem, llorauan y gemian tan despiadada muerte sin culpa. A·las quales boluiendo se el misericordioso señor, les dixo. Fijas de Jerusalem no lloreys sobre mi: mas llorad sobre vosotras mesmas y sobre vuestros fijos: queriendo dezir: no me plangays amigas mias por afecion ninguna carnal, pues padezco de buena gana:»