«alma deuota dignamente estimar el excessiuo llanto que la siempre virgen nuestra seƱora hizo oyendo tan iniqua y cruel sentencia? Quien ministraria a nuestros ojos fuentes tan copiosas de lagrimas, o hermanos carissimos: que podiessen aconsolar dolor tan sobrado, si Dios mismo no lo hiziesse? Boluiendo pues la manzillada madre, despues que los lloros le consintieron la habla, el rostro contra Pilato, quanto le dauan los sanglutos lugar: le dixo. O»