«la sangre del redemptor fuesse sobre ellos y sobre sus fijos, estimando muy poco el derramamiento de aquella: por lo qual se siguio aquel terrible y marauilloso juyzio, que nascio de aquellas palabras vna obligacion personal: no tan solamente para los que estauan ende presentes: mas para los que de su ralea estauan ahun por nascer. Onde aquel Bernardino glorioso, en aquestos nuestros postrimeros dias, pregonero excellente de Jesuchristo, escriuiendo de»