«le dauan tan crueles golpes y despiadados, que forçaron los aguijones hasta lo interior del cerebro, atrauessando las comesuras y telas: porque el alma se despidiesse mas presto. O Jhesu glorioso. O fijo de Dios eterno, quantos malignos y peruersos cristianos se hallarian hoy, que no con menos malicia que los sacrilegos ministros de Pilato, hieren tu preciosa cabeça: ca no se pueden escusar de no apretar las espinas de tu»