«la tierra de nuestro cuerpo no engendra sino pecados, los quales con sus aguijones como espinas despedaçan nuestras consciencias. O misericordioso Jhesu, y quantos hombres y mugeres se fallarian hoy, que todo su trabajo y estudio ponen en pompas: y en traher los pescueços llenos de oro, y las cabeças brosladas de perlas y piedras preciosas: por plazer mas al mundo, que por recordar se de tus trabajos? A·los quales»