«y llena de damnacion acaban sus malauenturados dias y tristes: hauiendo mucho mas confiado en·la majestad del dinero, que de aquel que puede dar para siempre la vida. Los principes de·los sacerdotes entonces, empues de hauer tomado los treynta dineros simulando en alguna manera la reuerencia y honor diuino, dixeron. No es razon de poner aquestos dineros en·el lugar donde se ponen las limosnas y oblaciones para el»