«poderoso, tanto que el hijo de Dios, en·lo que de mi le cupo: quieres ahora poner en tus manos. y pues a Dios no temes: solo el remedio de mi dolor sera suplicar te acortes las horas de mi salud: porque se falle en ti algun misericordioso morir. Tanto estaua la bendita señora llena de angustia, que no hallaria fin la pendola para relatar sus passiones: si no nos forçasse»