«a nadi supiste jamas perdonar: nunca en tu sossiego y perdon cupo el fuerte ni el rico, ni el sabio ni el poderoso, tanto que el hijo de Dios, en·lo que de mi le cupo: quieres ahora poner en tus manos. y pues a Dios no temes: solo el remedio de mi dolor sera suplicar te acortes las horas de mi salud: porque se falle en ti algun misericordioso morir.»