«palabras sanctissimas de·las oraciones, y de·los dos testamentos, y para contratar el misterio marauilloso de nuestra salud, los clerigos y religiosos, no digo que lo que leen no entienden: mas lo que sin lagrimas dezir no se puede ahun leer no lo saben. No se que razon podran assignar a tan crassa y temeraria ignorancia los señores obispos, que admeten tan sin temor de·la diuina justicia, tan grosseros»