«rigidamente castigar y punir. No vemos ya hombre alguno sin cabellera: y aquella llena de azeytes y buenos olores: y el que tiene llano el cabello, tan tendido y concertado le trahe, que en la calle y en palacio para quien deuen, y ahun para señalar reuerencia en·las yglesias y nuestro dios y señor: tienen por mayor pecado, ofender la majestad del cabello y de su concierto, que la del»