«prophano donde vnos mesmos son los que acusan, y discernan la causa, y dan la sentencia: en los quales nunca la passion dio lugar para que la razon juzgasse: mas pudo tanto enĀ·ellos la ciega malicia, que sin orden condenaron a muerte, al que por muy llano testigo de boca y de obras, pudieran hauer conoscido por dios. O abominables sacrilegos: como podistes ser tan ingratos, de condenar a muerte,»