«los fallauan: ca tanta era (como escriue Ludolpho) la sanctidad de su vida y de su doctrina, que nadi no se hallaua en·el pueblo que no le alabasse y le siguiesse por ver sus milagros: y como solamente la malicia estuuiesse en·los principes y los letrados de·la ley: los quales siendo juezes y acusadores, no podian ser testigos contra el, con mucha dificultad hallauan en·el pueblo lo»