«con el pregon de·la sagrada doctrina euangelica, despierta la dureza de nuestros coraçones a compunccion y repentimiento. mas aquesto no abasta cumplidamente para el reparo de nuestra salud: si luego el señor no nos visita, y nos mira con los ojos de su diuina piedad y clemencia: porque como escriue Jeronimo, no es possible que quede en·la escuridad de·la negacion del peccado, aquel a quien cato y visito»