«lo que muchas vezes, y finalmente en·el sermon de·la cena les hauia mandado: conuiene saber. Orad por los que os persiguen: y hazed bien a·los que os aborrecen. En·lo qual muy conoscidamente se muestra la grandeza de·la piedad de nuestro saluador y maestro. O furor maldito de·los malauenturados judios: el qual fue tan pertinace que ni la potestad del milagro, ni la piedad del beneficio,»