«quan dulces y llenas de piedad fueron siempre tus palabras: quan llenas de amor feruentissimo, tanto que ahun al tiempo que con señales de paz te entregaua a·la muerte tu enemigo y de todos nosotros, no dexaste con aquella boca melliflua y diuina, con·la qual jnstituiste la vianda y refeccion de nuestra salud: de dezir·le: amigo a que veniste? por enseñar·le que ahun que en sus reprouadas»