«cruel, obstinado, arpia auarienta, tan ciego estauas de pozoñosa cobdicia: que no consentiste en tu alma maldita lugar a·la sangre preciosa de Christo, para te librar de·la muerte. ya eras todo Sathanas, y Sathanas todo tu: ya eran diabolicos todos tus pensamientos: tanto que conuino que oyesses aquellas palabras tan despiadadas y asperas, sin reparo: Maldicion sea al hombre por quien sera el hijo de·la virgen vendido: mucho»