«alma perdida, te comunico su cuerpo precioso: porque no diesses lugar de poner por obra tu proposito tan reprouado? Y por te redemir de damnacion eternal, por ver si el amor de·la honrra te retruxiera, de·lo que no te retrahia el diuino temor: haziendo caudillo de ti: començo en ti sus servicios? Mas tu cruel, obstinado, arpia auarienta, tan ciego estauas de pozoñosa cobdicia: que no consentiste en tu»