«discipulos, aquel que por alimpiar la suziedad de nuestros pecados: quiso derramar su preciosissima sangre en·la tierra. Espantado Pedro por la consideracion de·la majestad y diuinidad del fijo de Dios: viendo·le assi humilmente rodillado a sus pies: començo de rehusar y dezir, no es cosa conueniente, ni yo çufrire, que jamas tu señor me laues los pies. O cosa digna juntamente de admiracion y terror. O cosa que»