«nos desesperamos: como deuiessemos con pasciencia con nuestro redemptor justificar nuestros buenos desseos, y si a nuestro apetito no se pueden cumplir: tener la voluntad muy aparejada siempre para bien dessear: siendo ciertos que entonces accepta el buen señor la voluntad por la obra como reza el Psalmista. Codicio mi alma señor dessear tus justificaciones. E por quanto aquesta cena corporal y sanctissima, fue toda llena de milagrosos misterios: como escriue»