«lloraua el que nunca hauia peccado. Acerca lo qual conuiene notar, que no solamente leemos hauer llorado vna vez el piadoso redemptor lagrimas habundantissimas por la reparacion de nuestros pecados: mas ahun muchas otras. La primera en su sanctissima natiuidad: significando nuestra miseria y necessidad, como escriue Augustino: el niño nasce llorando: y con·las lagrimas haze testigo de su miseria. O cosa de gran admiracion. Ahun el que nasce no»