«Contempla pues deuoto cristiano, tan voluntaria y despectiua humildad: y quan desestimado y vergonçoso animal descogio nuestro redemptor y maestro, para donde entrasse assentado, en·la entrada de tan grande y esclarescida ciudad, y en recebimiento tan glorioso y magnifico: donde no contento el pueblo de le ennoblescer las calles, con muchas maneras de ramos, atauiando las con sus propios vestidos: con melodias y cantos suaues le saludauan: como persona real»