«mis enemigos se espanten y tiemblen: y se alexen de mi. Por·ende misericordioso señor, rey de·los reyes: quita de mi toda iniquidad y proposito de pecar. Tu dulce samaritano: que con tu sangre virginal preciosissima, mundificaste todas las manzillas del mundo: alimpia qualquier suziedad de mi pensamiento, y de todas mis obras. A ti rey y señor de·la tierra endreço yo peccador mi oracion y mis bozes: clarifica»