«ojos te osare mirar? Con que seguridad me porne confuso delante tu acatamiento? Por cierto señor clementissimo, tan perdido y avergonçado como el ladron a quien se halla el furto en·las manos. O triste, miserable, desaprouechado de mi: que tal sperança pudo tener, siendo tan gran pecador. Quando leho y pienso que a malaves se puede el justo saluar: y con tal pensamiento mis entrañas se rebueluen y tiemblan, hasta»