«de·la carne. Ca todos deleytes mundanos: o son suzios: o vanos. Mas los deleytes spirituales solos son alegres: e honestos: engendrados de·las virtudes: e infundidos por Dios en los coraçones limpios. Mas ninguno abasta siempre por su affeccion: a vsar de consolaciones diuinas. por quanto el tiempo de·la tentacion no cessa. Mucho contrasta a la sobirana visitacion la falsa libertad del animo: e la gran confiança de si»